El amor verdadero...¿Existe?

Hablábamos justamente de eso unos días atrás en nuestro foro cuando me quedé pensando.
Los treinta y tantos es un buen momento para detenerse y repasar el camino andado en un minuto en que nos sentimos forzadas a rendir cuentas, a consolidar nuestras vidas y al hacernos la pregunta surgen muchas respuestas distintas.
¿Existe en realidad el amor verdadero?
Y después de suspirar surge con claridad un... Obvio que existe!
Claro que tiene etapas.
Al principio es el típico chorrito de agua caliente, el de mariposas en la guata, el de la emoción, el de TODO lindo, el de manos suaves y ricos aromas.
Después pasa a la etapa de la calentura más absoluta, las poses, el desenfreno, con copete, sin copete, con pito, sin pito, con lujuria, con cuática.
Pero ojo acá, la calentura comienza por ser una etapa (rica por cierto) para luego pasar a ser esqueleto y soporte transversal a toda relación duradera.
JAMAS PUEDE ACABARSE, ni siquiera apaciguarse, sino que comienza a complementarse sabiamente con la ternura.
Y acá viene esa tercera etapa, la ternura, porque la nunca bien ponderada "Ternura" es en sí mismo el amor pleno, la ternura es la que te lava los pies con 8 meses de embarazo, la que te saca las lagañas por la mañana, la que te prepara el almuerzo cuando estás sin ganas de nada, la que te abraza cuando te da por llorar de todo sin preguntar: ¿Que te pasa? y te hace una agüita de manzanilla con nutra sweet porque sabe que no consumes azúcar, la ternura sostiene y levanta, reconforta y edifica.
La ternura te plancha, te acurruca, te deja ver la película mamona, te compra un calzón grande y apretado para "esos días" y también...Ojo...también te agarra por detrás y se excita en cualquier momento, y tú, tú debes corresponder a esa ternura del mismo modo.
Y tienes que ser capaz de bancarte el futbol de la liga y el aliento por las mañanas, y las camisas con el desodorante pegoteado y las toallas mojadas por el suelo.

Y ahí...cuando has llegado a esa etapa sabes que tienes entre tus manos el amor verdadero.


Sigue Leyendo, pincha acá



Sin embargo, y ojo con esto, el amor verdadero así, tal cual como pensamos que existe, muta necesariamente en algo aún más poderoso, un sentimiento aún más potente, transversal y definitivo, un sentimiento que de acabarse sabremos que está también todo terminado.
La admiración.
Y la admiración es la plenitud, la admiración es la que te permite maravillarte con cada detalle y cada nuevo día aún en la más angustiosa de las rutinas, la admiración te sorprende día a día, sostiene el amor en todas su formas, levanta altares, construye puentes, perdona errores, la admiración mutua sustenta el amor verdadero hasta el último de los días.

No es tan difícil, tan solo tiene que haber una sintonía en común.
Una sintonía que comienza por principios de vida similares (metas, sueños, valores, ideales)
Los gustos son paja molida, cada cual con su individualidad.
Tú amas los números, él adora la poesía.
Tú prefieres a Spinetta, él es rockero puro.
Tú detestas los tomates, él no vive sin su causeo con ajo.
Son formas, que claro, son importantes, pero que se pueden sintonizar sin problemas.
Lo que importa son los contenidos, los fondos.
Ya cada cual halla los modos y formas más convenientes.

Un último Dato:
Cuando encuentras a esa persona es fácil detectarla.
Pues cuando miras dentro de sus ojos, logras ver tu vida entera en ellos, tu propia historia pasada y futura, todo coexistiendo en un mismo instante, los dolores, los atardeceres, las nostalgias, las batallas, el anuncio de una descendencia y sus progresos, logras ver la suma de todos los sueños tejidos juntos con total y absoluta nitidez.

No son grandes fórmulas amigas queridas de treinta y tantos, se empieza tan solo por tener el corazón dispuesto a amar a todo ser humano de esta tierra, viejos, niños, pobres, negros, enfermos.
Cuando el amor al mundo se distribuye gratuitamente sin mezquindades, cuando se sale solo por los poros, se devuelve también al lugar de donde emergió: El propio Corazón.

Por fin, luego de mucho meditar entre todas, en medio de la conversa nos llegó esta foto preciosa, son los abuelitos de una de las nuestras al cumplir sus 60 años de matrimonio.
Yo me adentro en la ternura de sus ojos, en el regalo de su sonrisa maravillosa y no puedo ver más que la admiración mutua de un largo camino construido entre dos.
En sus ojos amigas mías no puedo ver otra cosa más que El Verdadero Amor.