Hace un tiempo atrás planteamos el tema de la maternidad y sus aristas...
Una de los casos, que relatamos es aquel en que una mujer añora ser madre y a consecuencia de abortos reiterados y aparentemente sin explicación, no pueden llevar un embarazo a término.
Existen muchas causas y obviamente no pretendo abarcarlas todas, puesto que no es de mi conocimiento, ni mi área de trabajo.
Puede dificultarse el embarazo por problemas de resistencia a la insulina y diabetes, enfermedades cada vez más comunes, que no producen infertilidad, sino que afectan la ovulación y por ende el embarazo.
Pero otra de las causas de estos abortos espontáneos es una anomalía poco conocida, que se llama “trombofilia”.
Es a ésta anomalía a la que me voy a avocar, ya que mi prima la padece y así llegó a mi conocimiento.
De cerca he vivido esta experiencia con mi prima hermana a quien obviamente pedí ayuda, consejo y autorización para contar su historia y así graficar este post.
Mi prima “C.”, con un par de años de matrimonio y un hogar consolidado, buscó ser mamá hace unos años…
Lamentablemente, con tres embarazos interrumpidos, al tercer mes de gestación, vivió momentos de gran angustia, más aún si después de un dolor inexplicable y miles de preguntas, con los resultados de los típicos exámenes hormonales de rutina, aparentemente, ella y su marido, estaban absolutamente sanos.
No obtenían respuesta, con el imaginable desgaste emocional que ello implica.
Luego de las interminables idas y venidas a diferentes médicos, fue derivada a un hematólogo quien mediante más exámenes de sangre, determinó cual era la anomalía.
El diagnóstico fue: trombofilia.
A simple vista suena terrible y algo sin solución, sin embargo existe tratamiento, que permite que un embarazo llegue a término, no sin pocos cuidados, pero que no son tan invalidantes cómo podría pensarse.
Según la página de
http://www.sermujer.cl/ : (sic)
…“Las Trombofilias son un grupo de trastornos de los mecanismos de la coagulación, que pueden predisponer a trombosis o coagulación sanguínea exagerada.
Las Trombofilias deben ser consideradas una condición (un tipo de riesgo) y no una enfermedad en sí mismas, pero que si no son tratadas a tiempo puede traer complicaciones tanto para la madre como para el hijo.
Quienes presentan cuadros de trombofilia son personas propensas a la formación de coágulos en su sangre, ya sea porque sus organismos producen cantidades excesivas de proteínas denominadas factores de coagulación sanguínea o, de lo contrario, presentan cantidades demasiado bajas de proteínas anticoagulantes que limitan la formación de coágulos.
Según explica el Director Laboratorio de Medicina Materno Fetal del Departamento de Obstetricia y Ginecología, Dr. Jorge Carvajal, existen 3 grupos de Trombofilias:
Trombofilias Hereditarias: se deben a un problema genético que se hereda de los padres.
Estas corresponden a deficiencias en la cantidad o el funcionamiento de ciertas proteínas que circulan en la sangre y que son las encargadas de regular el proceso de la coagulación.
Estas Trombofilias se denominan según sea la proteína defectuosa, como el Déficit de Antitrombina III, Déficit de Proteína C, o Déficit de Proteína S (estas tres son proteínas que normalmente evitan la coagulación). Otras se denominan según el tipo específico de alteración genética: Factor V Leiden o Mutación G20210A del Gen de la Protrombina.
Trombofilias Adquiridas: se deben a un problema inmunológico que se desarrolla durante la vida. Corresponden al Síndrome de Anticuerpos Antifosfolípidos.
En esta condición existe un grupo de anticuerpos que alteran el proceso de la coagulación, entre otros efectos.
Trombofilias Complejas: requieren de un componente hereditario y un factor de tipo ambiental que la desenmascare. Corresponden a la Hiperhomocisteinemia.
En esta condición hay una alteración en el metabolismo, por lo que se produce la acumulación de un aminoácido en la sangre (la Homocisteina), afectando secundariamente la coagulación.Según explica el Dr. Carvajal, las trombofilias producen dos tipos de síntomas: trombosis y alteraciones en el embarazo….”
El tratamiento varía según la anomalía, pero por regla general consiste en dos tipos:
Suministrar aspirina en bajas dosis, que mejora el flujo uterino y ovárico, facilitando la implantación del huevo fecundado en la trompa.
Un medicamento llamado heparina, (inyectable) para casos más severos, que se utiliza desde el inicio y hasta el término del embarazo.
El tratamiento no es fácil para la madre, sobre todo en el segundo tipo como podrán ver, ya que la heparina debe ser inyectada de una a dos veces al día, tanto en el estómago, piernas o brazos.
Ese fue el caso de mi prima, quien finalmente tuvo dos hermosos hijos, un niño y una niña, pero durante todo el embarazo debió inyectarse Heparina, con los consecuentes moretones en su cuerpo y el dolor de las inyecciones.
Además el medicamento debe conservarse en frío, por lo tanto deben estar “cerca de casa” para la hora de la dosis… y como si fuera poco, no es un medicamento económico.
Es un sacrificio sin duda, pero muchas mujeres están dispuestas a soportarlo, si así pueden lograr el sueño de poder acunar en los brazos, a un bebé tan deseado.
Si me decidí a escribir este post, es porque muchas mujeres han pasado por la dolorosa experiencia de perder más de un hijo, sin saber qué lo causa y con un profundo dolor en el corazón sintiéndose culpables, buscando respuestas.
Esta puede ser una de ellas, más no la única ciertamente.
Si no hay antecedentes hereditarios ni pérdidas de embarazos recurrentes, no es necesario alarmarse, ni hacer todos estos exámenes.
Pero si buscas respuestas, puedes consultar a tu ginecólogo para que derive a un hematólogo y hacer el examen correspondiente y descartar o aseverar la presencia de este mal.
El examen no es económico, pero es mucho más accesible que una fecundación asistida y quizás también se ahorre tiempo, energía emocional y por supuesto dinero, evitando ir de médico en médico, buscando una respuesta que puede estar ahí, oculta.
para Mujeres Chilenas de 30